
Después de que la semana pasada se hubiera puesto sobre la palestra pública el desastre ecológico que implica arrasar con 25 hectáreas de manglar para construir dos puertos que transportarán carbón en la ciénaga de Mallorquín, nada se ha dicho de qué piensan los que viven y dependen de ella.120 pescadores afiliados a la Asociación de Pescadores de Las Flores (Asopeflores) y otros que los están apoyando, afirman que su vida en ese sitio es tranquila y que aunque han escuchado que las obras de los puertos se avecinan, poco saben de su ejecución porque nadie les ha dicho nada.
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